En la última década las novelas gráficas se han vuelto muy populares, y no es para menos, pues con la publicación de títulos tan intensos como El arte de volar, de Antonio Altarriba y Kim; Una vida en China, de Li Kunwu; o mas recientemente Asterios Polyp, por David Mazzuccheilli tal parece que han encontrado su nicho entre la poblacion adulta que ven a la novela gráfica como algo “más elevado que un cómic”.Y es que por lo general la temática de estas obras es más personal, profunda y compleja, a veces biográfica o autobiográfica, con un relato extenso, de principio a fin, sin limites editoriales o de formato y cuyos personajes crecen en complejidad. En adición, es una edición más lujosa y por ende más costosa lo que difiere del típico cómic grapado.
Publicaciones como éstas y otras como Maus (Premio Pulitzer 1992), Persépolis (Marjane Satrapi) Guy Delisle y sus Crónicas birmanas o Pyongyang; Nicholas Wild y su serie Kabul Disco no son el típico cómic de superhéroes o de humor que se publica regularmente, en papel más económico, usualmente con un “continuará…” al final o cuya historia empatan con otro cómic. En la novela grafica la historia esta autocontenida y el autor pretende hacer una declaración artística. Pero entonces, Watchmen, V de Vendeta y DC: New Frontier, cómics publicados mensualmente que luego acabaron convirtiéndose en tomos ¿son considerados novela gráfica? Es curioso que algunos estudiosos consideran A Contract with God, (1978) de Will Eisner como la primera novela gráfica, sin embargo, esta ”novela” consistía de cuatro historias diferentes, o sea, no era una historia extensa –autocontenida, por lo que no concuerda cien porciento con la descripción aceptada de una novela gráfica. De hecho, Eisner no se refirió a esta obra como “novela gráfica” sino hasta el prólogo de la quinta edición.